Este 2022 nos encuentra con la gratitud de retornar a los abrazos, las caricias en las cabezas, los gritos y las risas en los recreos y con un año de mucho trabajo, con nuevas expectativas y objetivos por cumplir.
Las aulas se llenan de singularidades para convertirse en pluralidades donde las ideas, los aprendizajes de años anteriores y en especial los de la pandemia, sean compartidos con pares y docentes.
Uno de los grandes objetivos de la educación es promover la autonomía de cada niño/a y por lo tanto hacerlos partícipes de ese proceso tan rico como es aprender y también enseñar. Apostamos a una mirada centrada en el alumno como partícipe, como protagonista de su propio aprendizaje, por lo que debemos hacer que nuestros niños puedan conocerse a sí mismos, con sus fortalezas y debilidades, pudiendo conocer y autorregular sus emociones y comprender las de sus pares. La educación emocional debe ser una de las herramientas básicas para la adquisición significativa de los conocimientos y para compartir una convivencia sana. No hay educación sin emoción.
Trabajar desde las habilidades cognitivas y socioemocionales ( oralidad, escritura, comprensión lectora, pensamiento crítico, autoconcepto académico, autorregulación, trabajo colaborativo) permite entender que los contenidos se relacionan entre sí y deja a un lado la mirada de los contenidos estructurados por materia o área.
Las nuevas infancias nos interpelan ya que están rodeados de una cultura de nuevos conocimientos, por lo que integrar las tecnologías de la información y comunicación es un objetivo que transitamos hace un tiempo atrás y que debemos continuarlo. Combinar los métodos tradicionales y los nuevos como por ejemplo que los chicos/as sepan escribir textos en papel es importante, pero también, que lo realicen frente a un teclado; leer un libro físico es sumamente significativo, pero también es bueno que lo hagan a través de una pantalla. Tenemos niños que nacen y crecen con las tecnologías, pero suelen ser “analfabetos virtuales”. Debemos continuar con el trabajo de una educación sexual integral porque de esa manera estamos garantizando los derechos de nuestros niños/as, les brindaremos la posibilidad que se sientan libres, empáticos y críticos con la realidad que viven a diario.
Es un año con prioridades, objetivos por renovar y con la seguridad que la educación es la oportunidad que ningún ser debe perderse.
Miriam Cabrera, Alumni 2020 Región Neuquén. Docente de nivel primario
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